“Cortaste por lo sano” concluye mi ex compañera de piso, mientras sus manos se mueven por la cocina como pajaritos, haciendo 7 platos a la vez. Como la aprecio y la respeto decido aceptarlo como un juicio justo y correcto. Pero yo no sé lo que es aquello de “cortar por lo sano”. Lo podrido se rompe solo, pienso. Sentada en la mesa la comida crece en la boca. (Esta tristeza puede que no sea muy grande pero ocupa mucho en mi estomago) Pronto me despido. No creo que a nadie le convenciera mis excusas.
A las tres de la tarde Alhóndiga es una pasarela. Cincuenta o quizas sesenta albañiles comparten sombras a ambos lados de la calle. Paso entre ellos, en medio, a pleno luz del sol, con la mirada perdida. No dicen nada, pero mo es más cómodo su silencio. Me acompañan los sin papeles con sus discos y DVD´s a vender. Mis pies son sucios y sangran a culpa de mis zapatos baratos, de plástico. La segunda rebajas. Para llegar al piso donde estoy quedando (en frente del palacio de deportes a final del Zaidin) hay que andar y andar. Pero no me importa mucho el dolor. Las calles pasan a mi lado, como si yo estuviera quieta y era el mundo el que se movía. Veo la Sierra Nevada acercarse. Tiene color de tierra seca y polvo.
Termina el paseo y han pasado 30 minutos. Lo descuento de mi deuda con el tiempo. Como pasa tan a menudo, no he sabido vivirlos. Los gasté estando en el pasado próximo (la última vez que hablamos, lo que se dijo y no se dijo. Sinceramente no sé lo que duele más) y un poco en el futuro (donde ya no estas) Pero estos minutos no pienso pagar, ¡me sabían a nada!
No soy quien para exigirle nada de la vida. Lo sé. Debo recibirla con la cabeza inclinada y las manos abiertas para dar. Y si no para dar, para soltar. No para recibir. No para agarrar.
A pesar de que el Partido Popular ganó las últimas elecciones locales, el carril bici, tan polemico y molesto, sigue estando. No lo usa nadie pero allí está. A ratos, cuando ya no aguanto obligarme a estudiar y mi mirada sube infaliblemente a la parte más blanca de la esquina del techo, cojo ese carril. Subo en aquel bici que me regalé a mi misma el segundo año (que tras olvidarse en la antigua casa de Cristian pasó a ser propiedad de algún gitanillo) y sólo me atrevía utilizar los días que pensaba que me daba igual morirme. Me monto y voy con los ojos medio cerrados, en dirección a la Zubia. Atras queda Granda. Y atrás queda Eva. Y todos sus nombres. Y el aire huele a posibilidades y azahar, y a hierba recién cortada y a amistad.
Cuando vuelvo, con flores en el pelo y hojas secas por toda la ropa, me recibe de nuevo este dolor. Esperando pacientemente. Yo le saludo, mirandole fijamente los ojos y con las piernas bien separadas. "No tengo miedo". Le digo (miento) "¡Córtame por lo sano!"
Well, if my heart must break,
Dear love, for your sake,
It will break in music, I know,
Poets' hearts break so.
(Oscar Wilde)
1 comment:
¿Aún no había dejado ningún comentario por aquí? En fin... como una parte de mí vive en el pasado y otra en el futuro, el presente es un tiempo verbal que conjugo con dificultad. ¿Qué intento decir? Ya no lo recuerdo. Mañana te lo diré, si consigo instalarme en algún momento fugaz. Espero que no abandones tu blog, Eva. Ahora leerte es más importante. Besos, amiga.
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